¿Por qué puede rechazar actividades en grupo?

Las razones pueden ser múltiples: incomodidad, timidez, experiencias de rechazo, saturación sensorial o preferencia por lo individual. La clave es observar sin asumir.
La presión social y el miedo al juicio
El temor a “no encajar” o a ser evaluado negativamente puede disparar evitación. Validar el miedo, evitar la burla y ofrecer ensayos graduales reduce la ansiedad anticipatoria.
Respetar los tiempos propios
Participar no es sinónimo de exponerse siempre. Hay caminos intermedios: roles discretos, grupos chicos, tareas por parejas. El objetivo es bienestar, no cumplimiento forzado.
Estrategias para abrir posibilidades
- Explorar grupos reducidos y por interés (música, robótica, arte, deporte).
- Permitir acompañamiento inicial y acuerdos previos (tiempos, descansos, salida pactada).
- Practicar habilidades sociales en contextos seguros (role-play, guiones breves).
- Alternar instancias presenciales y virtuales si ayuda a bajar la barrera de entrada.
- Celebrar micro-logros (llegar, saludar, permanecer 10-15′) antes que el resultado final.
Cómo sostener sin imponer
Evitar frases tipo “tenés que integrarte”. Mejor: ofrecer opciones, acordar objetivos pequeños y sostener rutinas predecibles. Una sola amistad significativa puede ser más valiosa que “el grupo entero”.
El valor del acompañamiento profesional
Un/a profesional psicopedagógico/a puede identificar barreras específicas (ansiedad social, experiencias de acoso, rigideces) y proponer itinerarios graduales y medibles.
Ante dudas sostenidas, consultar es siempre una buena idea.