¿Qué es la frustración y por qué es importante aprender a gestionarla?

La frustración es una emoción que aparece cuando no se logra algo que se desea. En la infancia, es muy común ante límites, errores, pérdidas o demoras. Aprender a tolerar la frustración es fundamental para el desarrollo de la resiliencia, la perseverancia y el pensamiento flexible.
¿Qué implica la sobreprotección y cómo afecta?
La sobreprotección ocurre cuando, por temor al sufrimiento o a la frustración del niño, los adultos se adelantan a resolver todas las situaciones, impidiendo que el niño experimente desafíos. Esto puede limitar la autonomía, la confianza en sí mismo y la capacidad de enfrentar obstáculos.
Señales de sobreprotección en la crianza
- Resolver todos los problemas del niño antes de que intente hacerlo.
- Evitar que se enfrente a situaciones nuevas por temor al fracaso.
- Reaccionar con angustia ante cada llanto, enojo o frustración del niño.
- Recompensar o premiar de inmediato para evitar el malestar.
Estrategias para acompañar sin resolver por ellos
- Validar la emoción: "Entiendo que estés enojado porque no salió como querías".
- Ofrecer contención sin anular el conflicto: quedarse cerca, sin intervenir de inmediato.
- Invitar a buscar soluciones: "¿Qué podrías hacer ahora?"
- No evitar el malestar: permitir que lo atraviesen con acompañamiento respetuoso.
- Modelar: mostrar cómo los adultos enfrentan errores o frustraciones.
Actividades que fortalecen la tolerancia a la frustración
- Juegos de mesa con reglas claras y turnos.
- Deportes o actividades grupales con competencia sana.
- Manualidades que requieran prueba y error.
- Desafíos simples como rompecabezas o laberintos.
- Invitar a esperar por turnos o premios (trabajar la demora).
El objetivo no es que el niño no se frustre, sino que aprenda que puede atravesar ese estado emocional y continuar.
La mirada del profesional psicopedagógico
Un/a psicopedagogo/a puede ayudar a detectar si hay una baja tolerancia a la frustración que afecta el aprendizaje, orientar a las familias sobre prácticas más saludables y trabajar con el niño para fortalecer su autonomía emocional.
Siempre es recomendable consultar a un profesional ante cualquier duda. Acompañar con amor y límites saludables es la mejor forma de educar en la resiliencia.