¿Por qué gritamos? Comprender antes de actuar
Los gritos muchas veces surgen del cansancio, la frustración o el miedo. Identificar qué nos lleva a levantar la voz es el primer paso para cambiarlo. La crianza consciente implica autoobservación y autocuidado.
Efectos de los gritos en los niños
- Generan miedo e inseguridad emocional.
- Debilitan la autoestima y la confianza.
- Modelan una forma agresiva de resolver conflictos.
- Pueden causar desconexión en el vínculo afectivo.
Los gritos pueden lograr obediencia momentánea, pero no enseñan habilidades de autorregulación.
Estrategias para comunicarse desde la calma
- Hacer pausas antes de responder.
- Bajar al nivel del niño y mirar a los ojos.
- Hablar en tono firme, pero sereno.
- Nombrar lo que se espera, en lugar de lo que no se quiere.
- Evitar hablar cuando se está muy enojado: esperar unos minutos puede cambiar el mensaje.
Herramientas prácticas de comunicación positiva
- Escucha activa: prestar atención sin interrumpir, validar lo que el otro siente.
- Mensajes en primera persona: “Yo me siento…” en lugar de “Vos siempre…”.
- Reformular lo que dice el niño: para asegurarse de haber entendido.
- Reforzar conductas positivas: destacar lo que sí hace bien.
La comunicación positiva fortalece el vínculo y enseña habilidades sociales.
¿Qué hacer cuando ya se gritó?
Es importante no negar lo sucedido. Se puede pedir disculpas, explicar por qué ocurrió y mostrar que también como adultos estamos aprendiendo. Esta reparación enseña empatía y responsabilidad emocional.
Acompañamiento profesional para mejorar el vínculo
Un/a profesional puede brindar herramientas para transformar los patrones de comunicación, revisar dinámicas familiares y fortalecer el vínculo desde una crianza respetuosa y saludable.
Siempre es recomendable consultar a un profesional ante cualquier duda. Comunicar desde el respeto es posible y transforma el modo de relacionarnos con nuestros hijos.