¿Por qué es importante regular el uso de pantallas?

El uso de dispositivos forma parte de la vida cotidiana, pero su uso excesivo o sin supervisión puede afectar el desarrollo emocional, social y físico. Regular no es prohibir: es acompañar con criterio.
Recomendaciones por edad
- Menores de 2 años: evitar el uso de pantallas.
- 2 a 5 años: máximo 1 hora diaria, con acompañamiento adulto.
- 6 a 12 años: no más de 2 horas fuera del tiempo escolar, con supervisión.
- Adolescentes: establecer acuerdos claros y revisar el impacto en el descanso, estudio y vida social.
Estas recomendaciones pueden adaptarse a cada realidad, siempre con sentido común y respeto.
Consecuencias del uso excesivo
- Alteraciones en el sueño y el apetito.
- Dificultades para concentrarse o relacionarse con otros.
- Conductas impulsivas o irritabilidad al apagar los dispositivos.
- Reducción de tiempo de juego, movimiento o lectura.
Estrategias para establecer límites saludables
- Establecer horarios y zonas sin pantallas (comidas, habitación).
- Negociar acuerdos con consecuencias claras.
- Proponer alternativas atractivas: juegos, actividades físicas o artísticas.
- Dar el ejemplo con el uso adulto.
- Usar controles parentales según la edad.
Cómo acompañar sin prohibir
La clave está en educar digitalmente. Hablar sobre lo que ven, con quién interactúan y cómo se sienten. La presencia adulta activa protege más que la prohibición estricta.
Rol del profesional ante señales de dependencia
Cuando el uso de pantallas se convierte en una necesidad urgente o en la única fuente de motivación, es momento de consultar. Un/a profesional puede acompañar a la familia, brindar herramientas y trabajar con el niño o adolescente desde un enfoque integral.
Siempre es recomendable consultar a un profesional ante cualquier duda. Educar en el uso de pantallas también es educar en vínculos, autonomía y cuidado.