¿Por qué aparece la resistencia?
No siempre es rechazo a la terapia en sí. Puede ser cansancio, miedo a abordar temas difíciles, falta de conexión con el/la profesional, o incluso una forma de probar límites y autonomía.
Qué está diciendo con ese “no quiero”
En la adolescencia, la palabra “no” tiene valor identitario. Puede ser también una forma de decir “necesito otra cosa”, “no me siento escuchado”, o “quiero decidir sobre mí”. Es importante leer entre líneas y no tomarlo como rebeldía vacía.
Claves para acompañar desde el hogar
- Escuchar sin juzgar ni interrumpir.
- Evitar imponer el espacio como castigo.
- Consultar si hay algo que le incomoda del proceso.
- Proponer evaluar otras alternativas (otro profesional, modalidad, frecuencia).
¿Obligar o no obligar?
Obligar puede generar más rechazo. En cambio, invitar a la reflexión, contar con una entrevista compartida o acordar “una última vez para decidir juntos” puede abrir un nuevo diálogo.
El rol del vínculo terapéutico
El éxito de una terapia no depende solo de la técnica, sino también del vínculo. Un espacio que no se siente seguro o donde no hay conexión puede no ser el adecuado, y eso no invalida el proceso terapéutico en sí.
Reflexión final: el lugar del adulto
El rol adulto implica sostener, contener y acompañar sin invadir. A veces, pausar un proceso también es parte del camino. Estar atentos, disponibles y abiertos a nuevas formas de ayuda es la mejor manera de seguir presentes.
Siempre es recomendable consultar a un profesional ante cualquier duda.