¿Por qué se pelean los hermanos?

Las peleas entre hermanos son comunes y responden a múltiples causas: necesidad de atención, diferencias de edad, temperamentos opuestos o disputas por objetos. También pueden expresar celos, inseguridades o falta de recursos para comunicar necesidades.
El conflicto como parte del vínculo
Pelear no siempre significa llevarse mal. A través del conflicto, los niños ponen a prueba límites, ensayan roles sociales y aprenden a convivir. El problema no es el conflicto en sí, sino cómo se lo transita.
¿Cuándo intervenir y cuándo no?
- Si hay agresión física o verbal, siempre es necesario intervenir.
- Si el conflicto es menor y ambos están expresándose, se puede observar sin intervenir.
- Aprender a discriminar la gravedad del conflicto ayuda a no sobreproteger ni desatender.
¿Cómo intervenir de forma respetuosa?
- Escuchar a ambas partes sin tomar partido.
- Ayudar a poner en palabras lo que están sintiendo.
- Ofrecer herramientas para resolver: turnos, acuerdos, pausas.
- Fomentar la reparación cuando alguien resulta lastimado emocional o físicamente.
Lo que debemos evitar como adultos
- Comparar entre hermanos o reforzar etiquetas (“el tranquilo”, “el agresivo”).
- Tomar partido sin escuchar.
- Minimizar las emociones de uno de ellos (“no es para tanto”, “sos grande”).
El objetivo no es evitar toda pelea, sino acompañar el aprendizaje que trae consigo.
¿Cuándo consultar a un profesional?
Si las peleas son constantes, intensas o generan un malestar profundo en alguno de los niños, puede ser útil una intervención profesional. A veces, los conflictos entre hermanos expresan tensiones más amplias en la dinámica familiar.
Siempre es recomendable consultar a un profesional ante cualquier duda.