El cuarto como refugio adolescente

Se encierra en su habitación — 305.jpg

Durante la adolescencia, la habitación se vuelve territorio propio: identidad, privacidad y control. Es saludable en la medida en que no sustituya todo lazo con el afuera.

¿Aislamiento o necesidad de privacidad?

Pasar tiempo en el cuarto no es problema en sí mismo. Lo clave es observar el resto de conductas: estudio, amigos, hobbies, comidas en familia y señales de bienestar.

Señales que ameritan mayor atención

  • Deja de salir con amigos o abandonar actividades valoradas.
  • Evita toda comida familiar o contacto cotidiano.
  • Cambios abruptos en humor, sueño o apetito.
  • Encierro prolongado sin diálogo ni interés por el entorno.

Cómo acompañar sin invadir

  • No entrar sin permiso ni exigir conversaciones inmediatas.
  • Mensajes breves y consistentes: disponibilidad sin presión.
  • Proponer actividades compartidas sin condicionar la participación.

Crear oportunidades de conexión auténtica

Pequeños rituales (una serie, cocinar, hacer compras) pueden abrir diálogo sin centrar la conversación en el encierro. El vínculo se reconstruye en lo cotidiano.

Consultar a un profesional ante dudas

Si el aislamiento aumenta, hay sufrimiento visible o disminuye el contacto social, una consulta profesional puede orientar el acompañamiento familiar.

Ante dudas sostenidas, consultar es siempre una buena idea.

Dejar un comentario

Sé el primero en comentar este artículo.