¿Por qué las vacaciones también generan estrés?

Las vacaciones prometen descanso, pero también pueden sumar tensiones: cambios de rutina, expectativas altas y la demanda constante de “hacer algo”. Con anticipación y acuerdos básicos, el clima mejora.
La ruptura de rutinas y sus efectos
- Alteraciones del sueño y de la alimentación.
- Más irritabilidad o mayor demanda de atención.
- Dificultad para autorregularse emocionalmente.
Las rutinas no desaparecen: se adaptan a la temporada (horarios más flexibles, pero previsibles).
El aumento del uso de pantallas
Es esperable que suba el tiempo de TV, celular o videojuegos. Son recursos válidos, pero el exceso puede traer sobreestimulación, trastornos de sueño y aislamiento social.
Definir tiempos, límites y contenidos evita fricciones diarias y cuida el vínculo.
El aburrimiento como oportunidad
Bien acompañado, el aburrimiento habilita juego libre, creatividad y exploración de intereses. No hace falta programar todo: dejar lugar a lo espontáneo también educa.
Convivencia familiar: tiempo de más, tensiones también
Más tiempo juntos puede fortalecer vínculos o encender conflictos. Reservar momentos individuales, abrir espacios de diálogo y nombrar emociones ayuda a regular la convivencia.
¿Cómo planificar sin sobrecargar?
- Equilibrar propuestas organizadas con tiempos de juego libre.
- Respetar momentos de descanso y desconexión.
- No exigir productividad: las vacaciones no son otro deber.
- Incluir a niños y adolescentes en la planificación (da pertenencia y reduce resistencia).
¿Cuándo consultar a un profesional?
Si aparecen cambios de humor intensos, retrocesos conductuales o conflictos reiterados, una mirada profesional puede orientar. A veces el descanso visibiliza lo que la rutina tapa.
Ante dudas sostenidas, consultar siempre es buena idea.